viernes, 22 de febrero de 2013

EL IMPERIO DE LOS INCAS



El Imperio incaico fue un estado precolombino situado en América del Sur. Al territorio del mismo se denominó Tahuantinsuyo (del quechua Tawantin Suyu, «las cuatro regiones o divisiones») y al periodo de su dominio se le conoce además como incanato e incario. Floreció en la zona andina del subcontinente entre los siglos XV y XVI, como consecuencia del apogeo de la civilización incaica. Abarcó cerca de 2 millones de km² entre el océano Pacífico y la selva amazónica, desde las cercanías de San Juan de Pasto en el norte hasta el río Maule en el sur. El imperio incaico fue el dominio más extenso que tuvo cualquier estado de la América precolombina.[1]
Los orígenes del imperio se remontan a la victoria de las etnias cuzqueñas (actual Perú) lideradas por Pachacútec frente a la confederación de estados chancas en el año 1438. Luego de la victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec. El imperio incaico iniciaría con él una etapa de continua expansión que siguió con su hermano Cápac Yupanqui, luego por parte del décimo inca Túpac Yupanqui, y finalmente del undécimo inca Huayna Cápac quien consolidaría los territorios. En esta etapa la civilización incaica logró la máxima expansión de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.
Luego de este periodo de apogeo el imperio entraría en declive por diversos problemas, siendo el principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Finalmente Atahualpa vencería en 1532, sin embargo su ascenso al poder coincidiría con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, que capturarían al Inca y luego lo ejecutarían. Con la muerte de Atahualpa en 1533 culminó el imperio incaico, sin embargo, varios incas rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», continuarían la lucha contra los españoles hasta 1572 cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.
El imperio incaico corresponde actualmente a territorios relativos al sur de Colombia, pasando por Ecuador, principalmente por Perú y Bolivia, la mitad norte de Chile y el noroeste de Argentina. El imperio estuvo subdividido en cuatro suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte, el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo ('Anti Suyu') al este y Contisuyo ('Kunti Suyu') al oeste. La capital del imperio fue la ciudad de

Fuentes históricas

[editar] Las crónicas europeas sobre el imperio incaico


 
MANCO CAPAC Y MAMA OCCLO


Los primeros vestigios escritos sobre el imperio incaico lo constituyen las crónicas registradas por varios autores europeos (posteriormente existieron cronistas mestizos e indígenas que también recopilaron la historia de los incas); éstos autores recopilaron la «historia incaica» basándose en relatos recogidos por todo el imperio.[2] Los primeros cronistas tuvieron que enfrentar varias dificultades para poder traducir la historia incaica, además de la barrera idiomática también se enfrentaron al problema de interpretar una manera de ver el mundo totalmente distinta a la que estaban acostumbrados.[2] Esto conllevó a que existan varias contradicciones entre los textos coloniales y un ejemplo de ello lo representan las cronologías sobre los gobernantes incas; en muchas crónicas se atribuyen las mismas hazañas, hechos y episodios a distintos gobernantes.[2]

Sobre las crónicas del imperio incaico, es importante acotar que los diversos cronistas tuvieron ciertos intereses al escribirlas. En el caso de los intereses de los cronistas españoles, su interés fue «legitimar la conquista a través de la historia», para esto en muchas crónicas se señala que los incas conquistaron usando enteramente la violencia y por lo tanto no tenían derechos sobre los territorios conquistados. En otro caso los cronistas ligados a la iglesia católica buscaron legitimar la evangelización describiendo a la religión incaica como obra del demonio, a los incas como hijos de Noé y tratando de identificar a las deidades incaicas con las creencias bíblicas o el folclor europeo.[2] Igualmente existieron otros cronistas mestizos e indígenas que también tuvieron un interés de ensalzar el imperio o alguna de las panacas con las cuales se emparentaban, como el caso del Inca Garcilaso, quien mostraba un imperio incaico idealizado en donde no existía la pobreza, se repartía la riqueza y los recursos se explotaban racionalmente.[3]

Las fuentes históricas incaicas

Los ayllus y panacas tenían cantares especiales mediante los cuales narraban su historia. Estos cantares se ejecutaban en determinadas ceremonias frente al Inca. Estos relatos, a manera de memoria colectiva, constituyen los primeros registros históricos recogidos en las crónicas.[2]


TUMY


Otro recurso utilizado para registrar la historia fueron unos mantos y tablas que contenían pinturas representando pasajes heroicos. Estos documentos fueron guardados en un lugar denominado Poquen Cancha. Se sabe que el Virrey Toledo envió al rey Felipe II cuatro paños que ilustraban la vida de los incas añadiendo con sus propias palabras que «los yndios pintores no tenían la curiosidad de los de allá».[2]

Además, algunos hechos pasados fueron almacenados en los quipus, aunque no se sabe cómo pudieron utilizar estos sistemas de cordeles y nudos para almacenar hechos históricos existen varias crónicas que describen que los quipus servían para evocar las hazañas de los gobernantes.[2]

En general, en el imperio incaico se recordaban los hechos que les parecían importantes de recordar y no era necesaria la precisión. Además, los gobernantes podían ordenar excluir intencionalmente de los registros históricos algunos hechos que pudiesen molestarles. María Rostworowski denomina a esta cualidad de la historia incaica una «amnesia política» que era asumida por todo el vulgo pero que era recordada por las panacas o ayllus afectados, siendo este un factor que contribuyó a las futuras contradicciones en las crónicas europeas sobre los incas.[2]

La reinvención de tradiciones


VAZO CEREMONIAL
VASO CEREMONIAL

Luego del encuentro de la cultura hispana y la andina, se estableció la escritura como medio de transmisión y registro de información; además se inició un proceso de mestizaje y sincretismo que dieron lugar a la recreación de tradiciones y la invención de otras.[2]
El aporte para ésta recreación e invención de tradiciones fue tanto hispano como andino; esto se evidencia en las crónicas del siglo XVI en donde se describen personajes fusionados, como el caso de Tunupa y Huiracocha con los apóstoles Tomás y Bartolomé, describiéndolos como hombres blancos y barbados que impartieron enseñanzas. Igualmente el imaginario europeo buscó, e incluso creyeron encontrar, «el dorado» y el «país de las amazonas» en el nuevo mundo. En otros casos, afirmaban que el Cuzco tenía el perfil de un león americano (puma), poniendo similitudes con algunas ciudades del renacimiento europeo que tenían perfil aleonado.[2] Más recientemente, en el siglo XX, aparecen otros elementos de esta reinvención de tradiciones, como son los casos de la bandera del imperio incaico y la ceremonia cuzqueña del Inti Raymi.[4] Cabe indicar que todas estas re-invenciones, son parte de un proceso natural en todas las culturas, pero para entender la historia incaica es necesario diferenciar cuales son los aspectos sincréticos o inventados y cuales no lo son.[2]

Antecedentes fundacionales del imperio incaico

Hacia el año 900 d.C. se inicia la decadencia de los estados Huari y Tiahuanaco en el área central andina. En el caso de Huari, la ciudad de Wari empieza a perder poder político en contraposición a alguna de sus ciudades periféricas, como lo demuestra el caso de Pachacamac situado frente al mar.[5] En tanto en el caso de Tiahuanaco, el proceso de decadencia se inicia en sus colonias de la costa de manera sangrienta, como lo evidencia el caso de Azapa;[6] en el Collao, en cambio, Tiahuanco fue perdiendo su poder gradualmente y mientras perdía hegemonía su población fue emigrando y fundando poblaciones nuevas.[6]
Como una hipótesis sobre la decadencia de Huari y Tiahuanaco, existen evidencias de un prolongado periodo de sequía que duró desde el año 900 d.C. hasta el 1200 d.C. en los andes centrales.[5] Arqueológicamente, existen evidencias de largos procesos migratorios de población a lo largo en los andes durante los periodos post-huari y post-tiahuanaco. La arqueología revela que en los valles interandinos, la población construyó sus asentamientos en lo alto de cerros procurando la seguridad, lo que nos habla de un prolongado periodo de enfrentamientos étnicos. En la costa, en tanto, varios grupos alcanzaban estabilidad política, como lo demuestran los casos de Chincha, Chimú y Huancavilca.[5]
Éste periodo histórico fue plasmado en leyendas y mitos andinos de diferentes maneras. En las tradiciones orales de los andes se hace referencia a que en el principio los pueblos realizaron largas caminatas buscando tierras fértiles, surgiendo héroes míticos que eran, por lo general, semi-divinos y que iban siendo guiados por seres sobrenaturales (el sol, la luna, etcétera). Éstos héroes míticos generalmente tenían algún poder. De esa manera surgen las figuras de Manco Cápac, en el caso fundacional del Cuzco; o Pariaccaca en el caso de Huarochirí.[3]

Los orígenes míticos

Existen dos mitos difundidos sobre el origen de la etnia cuzqueña. El más difundido es la versión garcilaciana de la pareja Manco Cápac y Mama Ocllo; el otro es el mito de los 4 hermanos Ayar y sus 4 hermanas, éste último mito es recogido por Betanzos, Cieza de León, Huamán Poma, Santa Cruz Pachacuti y Sarmiento de Gamboa.[3]

La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

El sol, viendo el estado penoso de los hombres, creó una pareja: Manco Cápac el varón y Mama Ocllo, su esposa y hermana; les entregó un bastón de oro y les ordenó ir por el mundo para civilizar a los pobladores. Les encargó fundar una tribu, e implantar en ésta, el culto al dios sol.
Manco Cápac y Mama Ocllo salieron de las espumas del lago Titicaca, y avanzaron hacia el norte. El bastón de oro les serviría para encontrar el lugar ideal para la fundación del imperio, pues en él se hundiría el bastón hasta desaparecer.
Decidieron separarse, marchando Manco Cápac al norte y Mama Ocllo al sur del valle, para convocar a la gente y someterla. Los habitantes de todo el valle no tardaron en reconocerlos como seres sobrenaturales. Después de un largo recorrido, el cetro se hundió en el cerro Huanacauri. Manco Cápac y Mama Ocllo se establecieron allí.
Manco Cápac mandó a los que estaban con él instalarse en la parte alta del valle, que se llamó Hanan Cuzco; y Mama Ocllo colocó a los suyos en la parte baja o Hurin Cuzco. Ambos ayudaron a mejorar el lugar; enseñaron a los hombres que allí vivían a trabajar la tierra y a construir canales. A las mujeres Mama Ocllo les enseñó a coser, cocinar y hacer telares

Los hermanos Ayar

Según este mito, la historia se inició en 3 cuevas ubicadas en el cerro Tambotoco llamadas Maras Toco, Sútic Toco y Cápac Toco; de las cuales salieron 3 grupos llamados Maras, Tampus y Ayar. Los hermanos Ayar eran 4 varones y 4 mujeres, los varones eran Ayar Uchu, Ayar Manco, Ayar Cachi y Ayar Auca. Uchu corresponde al ají, Manco a un cereal (Bromus Mango) y Cachi a la sal; la onomástica a estos tres nombres nos da a entender a un culto por los productos de la tierra. Auca, en cambio, hacía referencia a la actitud guerrera.[3]
Estos 4 hermanos iban acompañados por sus hermanas Mama Ocllo, Mama Raua, Mama Ipacura o Mama Cura, y finalmente Mama Huaco.[3]
Los 8 hermanos iban junto a sus ayllus buscando donde asentarse recorriendo de sur a norte, en su camino realizaban labores agrícolas y cuando cosechaban se retiraban buscando otro lugar. Primero hicieron su paso por Guaynacancha, ahí Mama Ocllo quedó embarazada de Ayar Manco. Luego avanzaron a Tamboquiro, en donde nació Sinchi Roca. Posteriormente llegaron a Pallata y de ahí a Haysquisrro, estos viajes duraron varios años.[3]
En Haysquisrro conspiraron contra Ayar Cachi; temerosos del poder que ostentaba, pues podía derribar cerros y formar quebradas con el tiro de su honda, le pidieron que regresara Tambotoco a recoger el topacusi (vasos de oro), el napa (insignia) y unas semillas, una vez adentro un enviado llamado Tambochacay lo encerró dentro de la cueva.[3]
Luego continuaron su viaje hasta Quirirmanta, en donde oficiaron un concejo decidiendo que Ayar Manco sería el jefe pero antes debía casarse con Mama Ocllo; en tanto que Ayar Uchu tendría que petrificarse y transformarse en una huaca que se llamaría Huanacauri, con éste acto Ayar Uchu se convertiría en un ser sagrado.[3]
El viaje continuó hasta Matagua realizando por primera vez el huarachicuy, luego de eso horadaron las orejas de Sinchi Roca. Luego de esto Mama Huaco, probó suerte y lanzó dos varas de oro, una cayó en Colcabamba pero no logró penetrar el suelo; la otra cayó en Guaynapata hundiéndose suavemente. Sobre este acontecimiento, otros autores atribuyen a Ayar Manco el lanzamiento de la vara de oro, pero todas coinciden que fue en Guaynapata donde se hundió el bastón fundacional.[3]
Después de eso hubieron varios intentos de llegar al lugar donde se hundió la vara, pues eran repelidos por los naturales, hasta que Ayar Manco tomó la decisión de enviar a Ayar Auca para que se adelante con su ayllu y poblase esa tierra. El llegar a ese lugar Ayar Auca se convirtió en piedra, en el sitio que posteriormente sería el Coricancha. Luego de varios enfrentamientos con la población local, Ayar Manco y Ayar Uchu llegaron hasta el lugar y tomaron posesión de éste, desde ese momento Ayar Manco pasa a llamarse Manco Cápac.[3]

Investigaciones sobre los mitos fundacionales del Cuzco

Al respecto de los 2 mitos fundacionales, la leyenda de la pareja fundacional (Manco Cápac y Mama Ocllo), surge posterior a la entronización de Pachacutec, pues relaciona una huaca pan-andina, como lo es el Lago Titicaca, con la fundación del Cuzco. Garcilazo tradujo el mito planteando una pareja que llegó para civilizar a pueblos bárbaros enseñándoles nuevas tecnologías; el hecho real es que actualmente se sabe que el área central andina ya poseía avances tecnológicos milenarios que fueron difundidos por los estados panandinos Huari y Tiahuanaco, y que ya eran de conocimiento de los pequeños pueblos que habitaban la zona del Cuzco.[3]
Si bien ambos mitos narran un éxodo poblacional buscando tierras fértiles, sólo el mito de los hermanos Ayar narra la petrificación de personajes y éste último relato es muy recurrente en otras etnias del área central andina.[3]
Sobre la ubicación de las cuevas, Bingham en 1912 comisionó a George Eaton para ubicar las ventanas de Tambotoco, teniendo en cuenta que todavía existe el poblado de Pacarictambo pero la búsqueda de Eaton no encontró las cuevas. Luego en 1945, Jorge Muelle, Luis Llanos y César Lobón recorrieron Mollebamba buscando el sitio de Guaynacancha (en el distrito de Pacarictambo), ahí asoció un grupo de cavernas cerca del peñón de Puma Orqo con las cuevas de Tambotoco. Posteriormente Gary Urton aportó investigaciones sobre el poblado de Pacarictambo, afirmando que fue trasladado en tiempos de la colonia y que era muy posible que su ubicación original hubiese sido cercano a las ruinas de Maukallajta, cercana al sitio encontrado por Muelle, Llanos y Lobón en 1945.[3]
En general, el relato de los hermanos Ayar nos muestra a un hombre guerrero (Ayar Auca) y a una mujer guerrera (Mama Huaco), dando una visión distinta a la de Garcilazo, en donde el rol femenino está dedicado al tejido, la cocina y el cuidado de los infantes; éste mito narra un hecho ocurrido durante una de las tantas batallas para posesionarse del Cuzco, en la que Mama Huaco hiere a un hombre luego le abre el pecho y sopla sus «bofes» haciendo que la gente de Acamama huyera temerosa.[3]

Origen (histórico)
Gobierno de Manco Cápac

Fundó el imperio incaico, aproximadamente el año 1200 d.C. y fue su primer gobernante. Se caracterizó por el dominio de las tribus preincaicas que vivían dispersas en el Cuzco y sus alrededores. Manco Cápac unificó a los huallas, poques y lares, y con ellos se estableció en la parte baja de la ciudad. De este modo se inició la dinastía de los Urin Cuzco. Poco tiempo después ordenó la construcción de la primera residencia de los incas, el Inticancha o Templo del Sol. Su hermana y esposa fue Mama Ocllo.

Época preestatal: formación

De escasa movilidad; se tienen pocas noticias de sus sucesivos gobiernos: Sinchi Roca, quien habría gobernado desde 1230 a 1260 sin conseguir una expansión significativa en el entonces reino cuzqueño; Lloque Yupanqui, que culminaría su gobierno en 1290 con el mérito de llegar a concretar diversas alianzas con distintos pueblos circundantes a los incas; Mayta Cápac reconocido por su victoria ante los acllahuiza y que culminaría su gobierno alrededor de 1320; y Cápac Yupanqui, el primer conquistador, a quien se debe la victoria ante los condesuyo. Este período habría durado aproximadamente 80 años, iniciándose aproximadamente en 1230 d.C. (año en que comienza el gobierno de Sinchi Roca), hasta 1350 d.C. (año en que culmina con el gobierno de Cápac Yupanqui).
Una visión etnohistórica más general de este período describe que los incas llegaron al Cuzco alrededor del siglo XIII d.C. y, en el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cuzqueño. Desde su llegada al Cuzco, los incas se habrían mezclado con algunos de los pueblos que habitaban el lugar y expulsado a otros. Habrían organizado su predominio al hacer alianzas con distintos curacas estableciendo relaciones de parentesco y al enfrentarse en guerras. A estas prácticas, que continuaron, se sumaron otras como el acopio de excedentes y mano de obra y la práctica de la redistribución. Para entender esta situación habría que considerar, además, que el prestigio religioso que acompañó a los incas fue la piedra angular de la eficacia de todos los mecanismos de expansión que emplearon en esta época.
Se denomina preestatal a esta etapa, porque en ningún momento surgió en sí una sólida idea de estado o nación incaica; sino aún existía la idea andina de considerarse una macroetnia, si bien esto cambiaría al extenderse significativamente el territorio de la etnia luego del gobierno de Cápac Yupanqui y sus diversas conquistas. El fin de este periodo coincide con el fin de la dinastía de los gobernantes Urin Cuzco (Rurin Qusqu), quienes vieron en Cápac Yupanqui a su último representante

Época estatal: gran expansión
Gobierno de Pachacútec

Durante su gobierno se inicio la expansión territorial, inaugurando de esta manera el periodo imperial al anexionar numerosos pueblos. Pachacútec mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyus. Por el norte, sometió a los huancas y taramas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris (Ecuador). Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. Organizó a los chasquis e instituyó la obligatoriedad de los tributos

Gobierno de Túpac Yupanqui
Fue un destacado militar que logró importantes victorias durante el gobierno de su padre Pachacútec. En 1471 asumió el trono y amplió las fronteras del imperio hacia el sur, hasta llegar al río Maule en Chile. También sometió al reino Chimú y a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino. Sofocó la resistencia de los chachapoyas y avanzó por el norte hasta Quito. Quiso incursionar en la selva, pero una rebelión de los collas lo obligó a desviarse hacia el Collao. Mejoró la recaudación de los tributos y nombró nuevos gobernantes visitadores (tuqriq). Murió en 1493.

Gobierno de Huayna Cápac
Se le considera el último soberano del incario. Durante su gobierno, continuó la política de su padre, Túpac Inca Yupanqui, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que sofocar en forma sangrienta continuas sublevaciones. Derrotó a los chachapoyas y anexionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (Colombia). Estando en Quito, enfermó gravemente y falleció en 1525. Algunas crónicas españolas postulan que además amplió las fronteras del imperio más hacia el sur, y que incluso habría llegado hasta el río Biobío en Chile; aunque este límite más austral no ha sido comprobado arqueológicamente, y no es aceptado históricamente. Con su muerte se inició la decadencia del imperio.

Crisis de sucesión
Las crisis de sucesión eran un fenómeno coyuntural que era muy frecuente en la historia política del imperio. El que aspiraba a ser el nuevo soberano debía demostrar que era el «más hábil», tenía que ser confirmado por un oráculo y además tenía que ganar adeptos en las panacas cuzqueñas.[7]
Huayna Cápac nombró heredero a Ninan Cuyuchi[7] (hijo de la Coya Mama-Cussi-Rimay[cita requerida]), pero el sacerdote del sol hizo un sacrificio en el que vio que la suerte no le favorecería a Ninan Cuyuchi. Por ese motivo, cuando Huayna Cápac falleció en Quito, fue llevado en andas hasta el Cuzco manteniendo en secreto la muerte de éste, para mantener el orden político. En ese contexto, Raura Ocllo, madre de Huáscar quien se encontraba en Quito junto a Huayna Cápac, viaja rápidamente al Cuzco acompañada de unos cuantos orejones para preparar la entronización de Huáscar. Según María Rostworowski, fue Raura Ocllo quien convenció a las panacas cuzqueñas para nombrar como sucesor a Huáscar; mientras que Atahualpa se quedó en Quito junto con otros nobles.[8]
Por su parte, Atahualpa era hijo de Tocto Coca (mujer que pertenecía a la panaca de «Hatun Ayllu»); y al morir su padre ordenó edificar en la localidad de Tumipampa un palacio en su honor. Este hecho enojó al curaca de Tumipampa llamado Ullco Colla, quien envió mensajes a Huascar acusando a Atahualpa de sublevación; además Atahualpa se quedó en el norte acompañado de varios generales importantes leales a Huayna Cápac, que tenían un aprecio especial por Atahualpa. Luego de éste hecho, Atahualpa envió presentes a su hermano Huáscar, pero éste último ordenó hacer tambores con los cueros de los mensajeros. Según Rostworowski, Atahualpa fue incitado a rebelarse por los generales de su padre, con quienes había participado en varias batallas contra los nativos del norte.[8]
En ese contexto ocurrió la rebelión de los «cañaris», quienes tomaron prisionero a Atahualpa encerrándolo en un tambo. La huída de Atahualpa toma un contexto mítico, pues según los oradores Atahualpa fue convertido en «amaru» (serpiente) por su padre sol, y así logró huir del encierro. Otras crónicas dan cuenta de que fue una mujer quien le entregó una barra de cobre con la que hizo un forado y pudo huir del encierro. Una vez libre, Atahualpa reunió un ejército y asesinó a sus enemigos en Quito y Tumipampa, ésta última ciudad fue arrasada en venganza a Ullco Colla; luego avanzó a Tumbes intentando avanzar hasta la isla Puná, pero el curaca de Puná se adelantó y arrasó Tumbes. Con el pueblo de Tumbes arrasado, los primeros españoles pisan el terrorio incaico.[8]
En tanto, Huascar trataba de estabilizar su entronización en el Cuzco con el apoyo de las panacas. Sobre Huascar, los cronistas describen varios errores políticos que fueron menguando el apoyo cuzqueño. Primeramente, no atendió a los ayllus reales como era la costumbre, no asistió a los almuerzos públicos en la plaza del Cuzco (que afianzaban vínculos de reciprocidad y parentesco). Eliminó a los ayllus custodios de su guardia personal y nombró como guardia real a guerreros «cañaris» y «chachapoyas». Huáscar dudaba de la lealtad de las panacas cuzqueñas y se rodeó de otros nobles, bajo el temor de una rebelión de la nobleza cuzqueña amenazó con enterrar las momias reales y quitarle sus tierras a las panacas. Poco a poco Huáscar se iba ganando enemistades en un periodo de intrigas entre la nobleza cuzqueña, en su contraparte Atahualpa iba ganando adeptos.[8]

Gobierno de Huáscar
Huáscar no estuvo de acuerdo con el testamento de Huayna Cápac, ya que se creía con derecho de heredar todo el imperio incaico según las leyes, costumbres y tradiciones incaicas. Huáscar se enfrentó en 1531 después de muchos años de paz a su medio hermano Atahualpa, quien también se consideraba legítimo heredero del trono en la región de Quito. Muy pronto importantes regiones del imperio fueron sacudidas por sangrientas batallas entre tropas cuzqueñas y quiteñas, que terminaron con la victoria final de los últimos. Huáscar fue tomado prisionero y muerto posteriormente por orden de Atahualpa.

Gobierno de Atahualpa
Hijo de Huayna Cápac con la noble incaica Tocto Ocllo Coca. Tras la muerte de su padre, se convirtió en gobernador de la ciudad de Quito. Bien sea al temor que le tenía a su hermano Huascar o la ambición de convertirse en soberano, luego se proclamó Inca en Quito y así inició la guerra de sucesión incaica. Sus tropas, dirigidas por Chalcuchímac y Quizquiz, derrotaron al ejército de Huascar en la batalla de Cotabamba (Apurímac) y entraron triunfantes al Cuzco. Enterado de la victoria, Atahualpa marchó a Cajamarca para ser coronado inca. En el trayecto fue aclamado por los pueblos del norte. Sin embargo, al llegar a Cajamarca, fue tomado prisionero por los españoles en la batalla de Cajamarca. Era el año 1532. Este hecho marcó el fin del imperio incaico.
En contra de lo pensado, Atahualpa (que gobernó de facto entre 1532 - 1533), no forma parte de la capaccuna al nunca ceñir la mascaipacha. Por lo tanto es impropio llamarle Sapa Inca, como algunas veces se le titula. Quito fue incendiada por completo por el general Rumiñahui en 1534, antes de la llegada de los españoles a la ciudad en busca de los tesoros del imperio, y fundada nuevamente por el español Sebastián de Benalcázar sobre las cenizas del pueblo incaico el 6 de diciembre de 1534.

Incas coloniales
Desde la llegada de los españoles, en su marcha hacia el Cuzco.
Túpac Hualpa Inca (1533)- 2 meses, septiembre y octubre. Inca Coronado por los Españoles, muere antes de llegar a la Ciudad Imperial en el Valle del Mantaro.
Manco Inca (1533-1545) - Inca Coronado por los Españoles (1533) rebelado contra ellos (1536) abandona el Cuzco, trasladando su capital primero a Ollantaytambo y luego a Vilcabamba.
Paullu Inca (1537-1549) Inca Coronado por los Españoles durante el gobierno de Manco Cápac II (1537), que además reinó cuatro años después de la muerte de este, durante el gobierno de Sayri Túpac Inca.

Neo-Estado Inca: Incas de Vilcabamba
Estos no fueron incas "reales" en su totalidad, sino que fueron gobernantes de pueblos descendientes de los incas. Estos pueblos llegaron a considerarlos "Incas". Sin embargo, no gobernaron el Cuzco, y su poder fue puramente local.
Manco Inca hasta su muerte en 1545 Inca de Vilcabamba.
Sayri Túpac Inca (1545-1558) Inca de Vilcabamba.
Titu Cusi Yupanqui Inca (1558-1571) Inca de Vilcabamba.
Túpac Amaru I Inca (1571-1572) Inca de Vilcabamba.